miércoles, 14 de mayo de 2014

Amuletos sexuales en el mundo antiguo (II)



En esta entrada veremos  los usos de los amuletos y la pervivencia de los cultos fálicos en varias culturas. (Para leer la primera parte del artículo, pincha este enlace)

 

  • PROTECCIÓN y ATAQUE.


El falo se usa como talismán que protege del mal de ojo, propicia la fertilidad y la riqueza. No tiene que haber una connotación erótica en estas representaciones, de ahí que aparezcan en espacios como casas corrientes y no solo en burdeles.
Príapo, con su miembro desmesurado, es la representación habitual en Roma. Aparece en los hogares, en dinteles, alacenas... 
Gorgona protectora sobre un escudo.
En Pompeya podemos verle pesando su miembro en una balanza. También es una ofrenda habitual de noche de boda para invocar la fertilidad. 
 El cosmos como unión de dos sexos aparece en algunas representaciones. Así, la Gorgona es un gran talismán que muestra boca como vulva, lengua como falo, la mirada protectora, las serpientes, los colmillos... Todos los elementos van sumándose, como veíamos en la entrada anterior sobre lo apotropaico. 




  • CRISTIANIZACIÓN Y PERVIVENCIA


Lingam
Con la iglesia entra el concepto de pecado, tanto respecto a los símbolos sexuales como a la actividad sexual extramatrimonial. De todas formas, no logran acabar con las creencias paganas, lo que ocurre es que se cristianizan muchos de los elementos anteriores. (Para saber más sobre la sexualidad en el medievo pinchad aquí).


En otras culturas, el falo ha perdurado hasta la actualidad como símbolo importante. Así, en la India, se le ofrecen sacrificios de leche para asegurar la fertilidad. En Japón y Korea existen festivales y parques en su honor.

En India, el lingam es una representación de Shiva como falo o pilar cósmico. Este pilar es el foco de veneración en el templo hindú, se coloca indicando el equilibrio entre las energías creativas masculina y femenina. Estas esculturas aluden no solo a la fertilidad, sino también a La Creación.


                                             

  • CONCLUSIÓN


Desde la prehistoria se observan símbolos sexuales masculinos y femeninos que se interpretan como elementos apotropaicos. Estos, según la tradición, protegen del mal de ojo y conceden riqueza y fertilidad. Las creencias han perdurado hasta nuestros días porque mientras haya seres humanos existirán sus miedos y deseos, unos miedos y deseos que estarán siempre muy unidos a la protección y a la perpetuación del legado humano en el mundo.

 

Fuentes: 

Ana María Vázquez Hoys. 
Profesora Titular de Historia Antigua en el Departamento de Historia Antigua de la UNED desde 1984. Doctora en Historia Antigua.

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