La mujer rota y El segundo sexo.
Simone de Beauvoir fue una pensadora fundamental del siglo XX. Representó el existencialismo ateo, como su compañero Jean-Paul Sartre. Como él, practicó tanto la filosofía como la literatura en la que volcaba también sus creencias y su pensamiento (La mujer rota es ejemplo de ello).
También como
Sartre, de Beauvoir vivió comprometida con sus ideas políticas afines a la
izquierda (pero sin atarse a ningún partido). Luchó contra la opresión en todos los campos. Por este motivo apoyó la independencia de Argelia frente al
control colonial francés.
A Sartre se le
reconoce por haber sido de los primeros en hablar del tercer mundo y en
preocuparse de materias como la ayuda al desarrollo; de Beauvoir estuvo en la
misma sintonía.
Mujer de
enorme empatía, fue capaz de aliarse con los oprimidos sin haberlo sido ella
misma. Ni provenía de un entorno proletario, ni sufrió opresión por ser mujer
(pudo formarse y trabajar sin ataduras, ni siquiera las del matrimonio e hijos
a los que renunció con gusto). Aun así, de Beauvoir empatizó con la opresión de
las mujeres y escribió un libro fundamental para el pensamiento del siglo XX,
para la segunda ola feminista, para el pensamiento de género y el arte
feminista que tendrá enorme auge a partir de los años 70.
Su obra no es
un libro de protesta, lo que hace es describir con claridad y calma la
situación de las mujeres. Lo hace de una manera extensa, enciclopédica, realista y multidisciplinar.
De hecho, de Beauvoir no se consideraba feminista antes de escribirlo, lo hizo
a raíz justamente de los descubrimientos que realiza al trabajar en el libro.
La pregunta “¿Qué es una mujer?” la lleva a conocer en detalle todas las
opresiones a las que las mujeres eran sometidas.
Su obra pasa
de la biología al psicoanálisis, a la historia (con gran detalle, de la
antigüedad hasta el mundo actual), a los mitos, al desarrollo de la mujer desde
la niñez, a la juventud, pasando por sus experiencias con la menstruación, la
sexualidad, la maternidad, y el matrimonio. De Beauvoir trabajó en macro y
micro, habló del mundo y de la vida privada, sin reprimirse ante ningún tema por
tabú o polémico que fuera, incluyendo el aborto. (Cosa que le acarreó muchas
críticas cuando el libro salió a la venta).
De Beauvoir
habló también de la homosexualidad femenina. Este pasaje del libro quizás es el que peor ha envejecido.
La tesis
fundamental del libro El Segundo Sexo: “No
se nace mujer, se llega a serlo” sirve para destruir la idea de las
esencias. Sartre defendía que la existencia precedía a la esencia y que el ser
humano se construía a sí mismo con sus actos. Lo mismo reivindica de Beauvoir.
Aunque hay matices. El
hombre para Sartre está condenado a ser libre. La mujer sin embargo lo tiene
bastante más difícil debido a las trampas que la sociedad patriarcal pone en su
camino desde su educación a las posibilidades limitadas que se le abren en la
vida.
Pese a todo, es
liberador pensar, como hace Sartre, que todos somos libres para construirnos
como el individuo que queremos ser. La mujer parte de la desigualad, pero puede
luchar para romper sus cadenas.
De la creencia
en una esencia femenina eterna con valores asociados que impiden la libertad de
las mujeres, se camina hacia el feminismo de la igualdad. Una vez demostradas
que las diferencias entre sexos que se daban por hechas, por inamovibles, son en su gran mayoría
construcciones sociales, podemos caminar hacia una mayor igualdad y libertad. Este
es el núcleo de la obra de Beauvoir
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